El cielo nos saludó alegremente en este rinconcito salpicado de estrellas. Desde la carretera ya podíamos intuir un lugar envuelto en serenidad donde el océano domina con majestuosidad
Por Ana Preciado
El aire se llena de los aromas costeros cuando uno se acerca a El Cuyo: un intenso aroma a ciénaga, algas y otra flora marina.
Después de casi cuatro horas de trayecto, arribamos a este pueblo costero. El trayecto desde Mérida fue largo, pues antes hicimos una escala en Tizimín para cenar en un acogedor restaurante frente al Parque Francisco Cantón.
Durante la comilona, decidimos llegar a El Cuyo para descansar y recargar pilas, con el fin de aprovechar el máximo el lugar al día siguiente; sin embargo, a pesar del cansancio, un encanto hipnotizante e inexplicable nos llevó a la orilla del mar para contemplar la tranquila noche. Allí observamos cómo la marea se levantaba salvajemente, acompañada de fuertes rachas de brisa que azotaba al pueblo… sin duda, el cielo estrellado con sus tiznes grises y la suave arena invitan a cualquier viajero cansado a quedarse más de lo planeado.
Aquí la noche parece desvanecerse rápidamente, dando paso a días cálidos y radiantes. Un lugar muy especial conde el paisaje es nítido y lleno de vida: decenas de gaviotas que parlotean y luchan por alguna presa fresca, un mar azul brillante perfecto para un chapuzón y, en la distancia, el aroma embriagante del pescado frito y otros manjares costeños.
Además, el lugar da una extraña percepción de estar en un lugar más elevado que Mérida o Tizimín, ya que El Cuyo fue erigido sobre un gran médano* (o méganos, como lo llaman los lugareños), el cual se asemeja a un islote elevado lleno de otros pequeños médanos.
Otra particularidad de este lugar es que la mayoría de las calles son de arena, las cuales son armonizadas por una mezcla de visitantes locales y extranjeros. No obstante, desde que algunas calles fueron pavimentadas, se forman arroyos durante las épocas de lluvias, provocando serias molestias a los habitantes.
Los contrastes de un paraíso
¡Qué encantador es El Cuyo! Un refugio apartado y lleno de vida, con alojamientos en Airbnb muy artísticos: casas de bambú, madera fina y paja, todo decorado con piezas muy coloridas y, ¿cómo olvidar las guirnaldas de luz dorada adornando cada inmueble, destacando su razón de ser?
La oferta gastronómica es variada, incluso para quienes no consumen pescados o mariscos; de igual forma, hay escuelas para aprender actividades acuáticas como son el kitesurf y el windsurf.
Sin embargo, hay otra realidad: El Cuyo no escapa de ese fenómeno social que ocurre en muchas partes de México, donde las primeras líneas de playa suelen pertenecer, en su mayoría, a extranjeros. Fue extraño observar cómo esta pequeña comunidad costera se encuentra en un proceso similar a la gentrificación, marcado por el aumento en el número de habitantes.
Lo anterior ha creado una división entre la zona residencial y la vacacional, con el parque, su feria y el faro blanco y rojo, marcando la división entre ambas áreas. La personalidad bohemia de El Cuyo se manifiesta sólo para unos pocos, mientras que la mayoría de los habitantes nativos no participan en esta fiesta.
Es innegable que estos cambios en la dinámica social también traen beneficios, como la generación de empleos, además de la diversificación de actividades y servicios; pero tampoco se pueden ignorar situaciones como la pesca siendo relegada, mostrando una situación muy difícil.
Visitar un lugar tan hermoso como El Cuyo provoca sentimientos encontrados frente a estos cambios… ¡No quiero ser malinterpretada! Su cielo suave y su mar hechizante atraen incluso al viajero más reacio y el viaje sigue valiendo la pena, pues es un lugar hermoso y lleno de aventuras que nunca decepcionará.
Cómo llegar:
- En automóvil: Desde Mérida por la carretera Mérida-Motul-Tizimín; antes de entrar a Tizimín, toma la desviación hacia el norte sobre la carretera a Río Lagartos y después de 27 km, en la comunidad de Loché, dirígete hacia la derecha sobre la carretera de Dzonot Carretero y después de una hora llegarás a tu destino.
- En autobús: Abordas en la Terminal del Noreste (Calle 67 por 50, Centro) rumbo a Tizimín y una vez allí, tomas el segundo autobús hacia El Cuyo.
(*) Acumulación de arena.