Por Sergio Grosjean Abimerhi
Presentación
Cuando escuchamos noticias relacionadas con los cenotes y las cuevas de Yucatán, nos encontramos infinidad de alusiones, pero comúnmente con un matiz de belleza, asombro o fascinación, debido a sus coloridas aguas, a sus caprichosas formas tal y como estalactitas, estalagmitas y demás formaciones minerales que ahí se encuentran, y que asociados a la interesante vida que allá a evolucionado a lo largo de miles de años, y a los grandes hallazgos arqueológicos y paleontológicos realizados en sus entrañas, no pueden adquirir otra connotación menor a la de maravillosos.
Cierto es que la península de Yucatán es una de las regiones donde se concentra uno de los principales cuerpos de agua dulce del planeta. Aunado, sin lugar a dudas es el área geográfica que hasta el momento posee el mayor número de cenotes que se haya registrado, pues a la fecha, se han contabilizado poco más de 4,500, conjuntando los estados de Yucatán y Quintana roo, y estos, preservan infinidad de maravillas naturales aún sin descubrir e innumerables secretos por develar.
Pero por desgracia, luego de más de una década de investigación, reconocemos que gran parte de los cenotes y las cuevas de la península de Yucatán, su fauna y sus contextos culturales, se encuentran en grave riesgo de perderse para siempre, debido a varios factores. Sin embargo, para entender cabalmente su potencial y problemática, así como algunas formulas para su correcto aprovechamiento, es necesario remontarnos al pasado y conocer, aunque a grosso modo, su historia y rasgos que los caracterizan. De tal forma, a lo largo del trabajo, abordaremos temas que van desde el surgimiento de la misma península, de su flora y fauna, de sus habitantes y sus costumbres, así como de los graves problemas de contaminación, destrucción, saqueo, e incluso de los accidentes que allá se producen y cobran la vida de una decena de personas en promedio al año. Cabe mencionar que en el trabajo se cita bibliografía de disciplinas como la histórica, geológica o arqueológica -por citar algunos ejemplos-, y aunque parezcan ajenos al tema que nos ocupa, fue importante documentarla, pues nos ayudó a comprender la riqueza cultural y natural de esta región, y que sin duda, serán importantes componentes que deberán integrarse a una propuesta sustentable.
Sin continuar con preámbulos, este trabajo es un intento por transmitirle a lector lo que percibimos quienes hemos estado en las entrañas de la tierra, conviviendo con la flora y fauna que allí habita, enviando de esta forma un mensaje de alerta y esperanza, pues no obstante que el panorama de muchas cavidades día a día se difumina, creo que aún estamos a tiempo de salvar este maravilloso patrimonio que la naturaleza nos ha obsequiado.
El surgimiento de la península y la formación de los cenotes
Hablar de estos cuerpos de agua llamados cenotes, es remontarnos al surgimiento de la península de Yucatán, pues cuando esta región era solo agua de mar, existió en las mismas coordenadas una importante biomasa que durante miles de años allá nació, se reprodujo y murió. Imagínese esta área antes que la placa de tierra emergiera, pues era sólo agua donde vivían y transitaban miles de especies, desde las más pequeñas hasta el enorme cazador supremo de los mares llamado Carcharodon Megalodon, que era como un enorme tiburón blanco de 20 metros de largo y treinta toneladas de peso. Así como este enorme animal, varias de las especies acuáticas extintas dejaron su huella entremezclada con la caliza de las caprichosas paredes de las cuevas y cenotes, de este modo, gracias a estas formaciones, la evidencia paleontológica que se preserva en esta gran placa de piedra calcárea, no sólo corresponde a géneros que nadaron en lo que ahora es este consolidado suelo, sino posiblemente hablamos de especies proveniente de otras latitudes, tal y como lo hacen actualmente las ballenas que arriban a territorio mexicano año con año.
Poco antes del surgimiento y consolidación de la península de Yucatán, se formó un enorme cráter, que ahora es denominado Chicxulub, que de acuerdo algunas investigaciones tiene un diámetro de 170 kilómetros. El impacto causado por un asteroide hace 65 millones de años dejó su huella a nivel global, pues muchas investigaciones afirman que causó la extinción de los organismos más espectaculares que hayan poblado la tierra, tal y como los dinosaurios. En la geografía peninsular también tuvo consecuencias que hasta el presente continúan vigentes, tal y como los importantes flujos subterráneos de agua dulce que desembocan a las marismas de Celestún y Dzilam Bravo, y algunas investigaciones sostienen que dicho impacto podría relacionarse con el llamado anillo de los cenotes.
Pero cuando hacemos referencia que la península de Yucatán emergió del mar, podemos resumir que a lo largo de los últimos 60 millones de años, las calizas fueron paulatinamente recubriendo la plataforma, y comenzó a consolidarse paulatinamente hasta conformarse de la manera que la conocemos. Todo parece indicar que los suelos más antiguos de esta apasionante porción de tierra se ubican en el sur, mismos que aparecieron aproximadamente hace 50 millones de años. Posteriormente surgieron las tierras del centro y finalmente la parte norte. Cabe señalar que la península de Yucatán, expresándonos en términos geológicos, no corresponde exclusivamente a los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, sino sus fronteras se extienden al Petén guatemalteco y a Belice.
Hace unos 13,000 años, cuando la llamada era del hielo alcanzaba su fin, el territorio que hoy conforma la península de Yucatán era radicalmente opuesto al actual debido a que el clima era diferente. En ese entonces, la vegetación de tipo pradera dominaba el panorama, y se podían observar especies ahora extintas, de las que eventualmente hemos encontrado su evidencia en cuevas y cenotes, y entre las que podemos citar a los mastodontes, bisontes, caballos, camellos y otras especies extintas. Paulatinamente, el paisaje comenzó a desdibujarse debido a que las temperaturas se incrementaron, y derivado de ello, los cascos polares experimentaron un proceso de derretimiento, aparentemente en forma escalonada, y por momentos abrupta. Para ese entonces, el nivel del mar se encontraba a poco más de 65 metros por debajo del actual, y gran parte de los cenotes se encontraban secos, por consiguiente, el agua era más difícil de obtenerse, y los primeros pobladores que aparentemente llegaron a esta región, en ocasiones que internarse a la obscuridad de las cuevas a buscar el preciado líquido cuando no había lluvias.
Los mayas y el inframundo
En el período prehispánico, la cultura maya utilizó los cenotes como fuente vital para su supervivencia, pues independientemente de estas formaciones, las pocas aguas superficiales existentes y derivadas de las lluvias se ubicaban en aguadas, sartenejas o akalchés, y éstas últimas, aparentemente sólo eran utilizadas por los antiguos pobladores en caso de extrema necesidad, pues a decir de los naturales el liquido era dañino.
Debido a la inexistencia de aguas con corrientes superficiales, los mayas supieron aprovechar las tierras que tenían recursos como el agua, y todo parece indicar que la elección de muchos sitios se basó en ello. Sin embargo, es importante señalar que no todos los asentamientos habitacionales mayas se ubicaron cerca de algún cenote, pues hay la evidencia que en épocas de sequías, algunos grupos mayas ubicados en sitios carentes de algún cenote (los cuales se abastecían de pozos o depósitos que llenaban con la captación de lluvia tal y como los llamados chultun), tuvieron que abandonar su población e ir a sitios donde hubiera alguna formación acuífera potable.
Los mayas, además de utilizar los cenotes como fuentes de agua, tuvieron un importante significado religioso y cultural, y esto lo vemos materializado en los numerosos altares y adoratorios erigidos junto a ellos, y es por eso que muchas de las ofrendas yacen en el fondo de sus aguas.Es evidente que algunos cenotes fueron utilizados con fines rituales, y otros como aprovisionamiento del preciado líquido para el consumo humano, y esto se aprecia claramente en el cenote Lol há, ubicado en Yaxunáh, pues en la orilla del agua se pueden observar 7 rostros elementales conocidos como ajau, lo cual indica que existía la preocupación por medir el nivel del espejo del agua del cenote. Esto señalaba la abundancia o escasez de las lluvias en determinado momento del año.También es importante señalar que otras de estas cavidades aparentemente tuvieron ambos usos, tal es el caso del cenote ubicado en el sitio arqueológico de Dzibilchaltún.
Los mayas, suponían que la entrada y la frontera al inframundo se hallaba en las hondas quebradas de los bosques, en las grietas profundas de la tierra, en las sombrías cavernas, en las aguas cubiertas de verdes nenúfares, y finalmente: en los obscuros cenotes.Entre los grupos mayances existía la convicción que al fallecer una persona esta recorría un largo camino con dirección al mundo de los muertos denominado inframundo o Xibalbá. En ese fantástico sitio moraban los antepasados y los seres sobrenaturales, y en el caso de la península de Yucatán, este acceso se ubicaba físicamente en el subsuelo y bajo las aguas.
Las cuevas secas también tuvieron y siguen teniendo un significado entre los mayas. En el pasado existían cavidades que se convirtieron en lugares de peregrinación a los que incluso acudía gente de otras regiones. Algunos de los ritos que se celebraban en las cuevas estaban comúnmente relacionados con el ciclo agrícola. En caso de no haber cuevas en la zona, el ritual se celebraba al aire libre. Una de las ceremonias más importantes, es la que se realizaba en los primeros días de mayo, un poco antes de iniciar la época de lluvias, y en la cual se le pedía a la deidad denominada Chaak, o al “señor de la tierra”, que otorgara abundantes cosechas. En la cosmovisión maya, los chak´oob (deidades de la lluvia) habitan en los cenotes.
De acuerdo a algunas hipótesis, existían otros rituales que se realizaban en el interior de las cuevas, y algunos eran enfocados a la curación, y que se hace evidente con la impresión en manos de color rojo que encontramos en las paredes de las cuevas, pues estas representan la sangre y la vida. Otros rituales están de manifiesto en las improntas en color negro, y estas parece ser que se relacionaban con rituales de iniciación durante la pubertad. Otras ceremonias podrían ser también la petición de buena cacería, para la producción de miel, para la protección de la milpa, del monte y el pueblo, ceremonias funerarias, rituales de revitalización e incluso hasta la investidura de poder.
Estas formaciones acuíferas siguen teniendo una enorme importancia en el mundo maya actual; y aunque prevalecen diversas prácticas de su milenaria veneración, el significado ha variado para los actuales pobladores.
Descubrimientos, historia e interpretación
En los últimos años, hemos tenido la oportunidad de recorrer innumerables cuevas y cenotes ajenos a la intromisión humana, en los cuales, además de habernos regocijado con los bellos e impresionantes panoramas que la naturaleza nos había reservado, también nos permitió testificar otros fascinantes hallazgos que celosamente custodió durante miles de años, tal y como la fauna extinta que ha perpetuado su presencia convertida en fósil, en la que destacan los dientes de tiburones y sirenios preservados durante millones de años en el cenote Kambul, en la comisaría de Noc ac, Yucatán, así como otras evidencias paleontológicas de especies terrestres también ya inexistentes y resguardadas bajo las celosas aguas de estos majestuosos cenotes, como los huesos de caballo americano (equus conversidens), de camélidos (Hemiauchenia macrocéfala) y armadillo gigante (glypotherium cf. Floridanum) hallados en el cenote “Canun”. Entre otros grandes mamíferos encontrados en las cavidades peninsulares, podemos citar a los elefantes o gonfoterios (gonphoterium), al tigre dientes de sable (Machairodus), el perezoso terrestre (Glyptodon) y al tapir (Tapirus) entre otros.No menos interesante es citar que estas formaciones también nos resguardaron evidencias de especies animales que dominaron el arte de volar, como el cráneo de un murciélago extinto (Desmodusdraculae), el cual dejó su legado oculto tras las milenarias rocas del cenote “Papakal”, y a decir de nuestro desaparecido amigo y eminencia el Dr. Oscar Polanco, es el segundo espécimen que se encuentra en América, después de uno hallado en Brasil.
Cabe señalar, que gracias a las características de los cenotes como la falta de luz, las condiciones químicas del agua y los sedimentos finos, se ha podido preservar una extraordinaria evidencia arqueológica y paleontológica, situación que no es evidente en otros ambientes como los expuestos o los enterrados en la superficie.
La presencia del hombre del pasado no ha sido ajena a la fauna citada, ya que gracias a la ubicación de osamentas en diferentes cenotes se ha podido confirmar que su estadía en la región peninsular no es tan reciente como se pensaba hasta hace pocos años, según indican los huesos hallados de la llamada Eva de Naharon, nombre derivado del cenote con el mismo nombre. Se sabe que esta osamenta corresponde a una mujer que al momento de morir tenía unos 20 años de edad, y lo más interesante de este hallazgo, es que su antigüedad supera por mucho la registrada en esta región, pues luego de habérsele realizado pruebas de Carbono 14, estas arrojaron fechas tan sorprendentes que superan los 13,600 años de antigüedad; situación que la coloca hasta el momento como uno de los primeros seres humanos que habitaron este continente. En este mismo sentido, recientemente se halló en una cueva inundada de Quintana roo a 1,300 metros de penetración y a una profundidad de 60 metros, huesos humanos, y por las características del sitio (llamado por los descubridores, el hoyo negro), parece indicar que corresponden a un individuo que vivió en un tiempo anterior al derretimiento de los cascos polares, posiblemente en la época de la mujer de Naharon.
Otro hallazgo muy interesante es el denominado “La Mujer de las Palmas”, pues su rostro se asemeja a los pobladores de Indonesia, de tal forma, existe la posibilidad que las migraciones del centro y sur de Asia contribuyeron a poblar el continente. Una de las teorías establecidas en referencia al poblamiento de América, es que este continente fue ocupado por migrantes provenientes del norte de Asia, quienes atravesaron el congelado estrecho de Bering, y lentamente se desplazaron hacia el sur. Se sabe que «La Mujer de las Palmas» no fue la primera en la región, pero su descubrimiento añade nuevos elementos a las teorías , pues los estudios realizados indican que vivió entre 10,000 y 12,000 años antes del presente de nuestra era.
Los hallazgos continúan, pues el realizado en el año de 2006, se ubicó un esqueleto humano en la cueva de Chan hol a 542 metros de penetración y a una profundidad de 8.3 mts. Esta evidencia parece tener más de diez mil años y su fisonomía no parece corresponder a etnias autóctonas de la región, más bien, tiene gran similitud a los pobladores del sureste asiático. Cabe señalar que esta importante evidencia arqueológica fue robada en el mes de abril del 2012, sin que hasta ahora se sepa del paradero y procedencia de los delincuentes.
Por otro lado, se han efectuado descubrimientos arqueológicos de trascendencia que han contribuido al conocimiento del antiguo hombre maya, como los vestigios óseos hallados en el cenote “San Antonio” del municipio de Homún, y que fueron pilares en la primera reconstrucción facial de un hombre maya prehispánico.Varios de los cráneos de este cenote presentan uno de los rasgos más notables de los pueblos mesoamericanos, llamado comúnmente deformación craneana, y en otros sobresale la mutilación dentaria, la cual comprende el limado de la parte central de los dientes incisivos superiores.
El hecho de que en las aguas de los cenotes se encuentren esqueletos completos, huesos aislados o desarticulados, sobre todo en relación con los primeros pobladores, plantea más dudas que respuestas, y algunas hipótesis se refieren a que esos cuerpos fueron depositados con fines rituales.
Cenotes y Rituales
Existe gran número de testimonios acerca de rituales que se relacionaban de una u otra manera con los cenotes y las cuevas, y ello, nos ayuda a comprender algunos de los contextos culturales. Se sabe que los seres sobrenaturales, y en especial las deidades, mantenían una estrecha relación mística con los antiguos mayas, y éstos últimos tenían la obligación de cuidar que sea adecuada y, en lo posible, armoniosa, ya que la vida giraba en torno a ellos, y es por eso que los mayas practicaban rituales que establecían una suerte de reciprocidad con los dioses. Algunos testimonios indican que fueron tanto mujeres como hombres los arrojados al precipicio del cenote, al lado de niños mayores y adolescentes que ahí perdieron la vida.
De todos los cenotes donde se han registrado hallazgos arqueológicos, sin duda, el que ha atraído más la atención de los investigadores a lo largo del tiempo ha sido el cenote sagrado de Chichén Itzá. Se ha dicho que este cenote fue santuario y oráculo al que acudían miles de peregrinos procedentes de varias partes, con la intención de realizar ofrendas materiales y humanas, porque se suponía que allá moraban los dioses, en especial el de la lluvia, y era el sitio predilecto de muchos señores para hacerle solicitudes a sus deidades y/o para escuchar presagios en referencia a las cosechas y lluvias. Se piensa que en Chichén Itzá, específicamente en el cenote sagrado, existía uno de los principales accesos del área maya al Xibalbá, es decir, al inframundo de los mayas, y en ello precisamente radicaba la importancia de mantener el control político de esta ciudad, pues el que tenía el dominio de la extraordinaria urbe, tenía el control del oráculo principal.
Por otra parte, algunas crónicas coloniales nos relatan que las víctimas sacrifícales solían ser esclavos, guerreros cautivos o niños huérfanos por citar algunos ejemplos. Sin embargo, es importante apuntar que no todas las muertes en esa época fueron por cuestiones rituales, pues el adulterio se podía castigar con la muerte, en caso que el conyugue ofendido no perdonara al hombre con el que fue infiel su mujer.
También, en referencia a los hallazgos de osamentas en cenotes, hay un cúmulo de información relativa a asesinatos y sacrificios de seres humanos y animales que no se apegan a la tradición precortesiana, y se sabe que muchas de estas inmolaciones fueron realizadas de forma acentuada por los españoles a mediados del siglo XVI.Por citar un ejemplo, en la población de Homún, Yucatán, muchos indígenas fueron torturados por los frailes, colgándolos de los brazos o de los pies, atándoles piedras a la parte inferior, al tiempo que los azotaban con látigos de cera ardiendo. Cuentan las crónicas, que era tal el maltrato que recibían los indígenas (así hayan sido hombres, mujeres, jóvenes o ancianos), que después de mucho tiempo no había parte sana en el cuerpo de ellos donde ser azotados nuevamente. Ante tal situación, muchos indígenas por el temor a esta situación y por no querer padecer lo que sus compañeros sufrieron, optaron por huir a los montes, y otros prefirieron ahorcarse. En otros casos, hay la evidencia documental que arrojaron los cuerpos de varias personas a los cenotes y cuevas. Por otro lado, cuando finalmente nos preguntamos quien arrojó o depuso las osamentas en los cenotes y/o cuevas que en el presente se han hallado, las respuestas pueden ser variadas, pues tal y como hemos citado, en estos sitios se llevaron a cabo un sin número de ceremonias, rituales, o simplemente fueron sitios utilizados como espacios para esconder el “cuerpo del delito”, ya sea desde el período prehispánico hasta el presente, y todo esto sin tomar en consideración que también es posible que haya evidencia ósea proveniente de algún accidente del que nadie se percató, y por consiguiente la persona nunca pudo salir, o simplemente no se rescató el cuerpo.De la misma manera que se expuso del hallazgo de osamentas ubicadas en los cenotes, también se han encontrado diversos artefactos como vasos, ollas y figurillas, etc.
Es así, que los cenotes de la península de Yucatán presentan un valioso potencial para la investigación arqueológica, paleontológica, biológica y geológica y en muchos de ellos se conservan contextos formidables que se han preservado por miles de años, aunado al maravilloso equilibrio natural que evidencia impresionantes procesos geológicos y climáticos, iniciados hace cientos o incluso, millones de años.
Flora y fauna
Debido a que los cenotes son sitios restringidos de manera natural, podríamos describirlos como islas de vida acuática, pues debido a su aislamiento, no se realiza el flujo genético que ocurre en otros sistemas, y por consiguiente, en estas cuevas inundadas habitan especies que pueden considerarse en proceso evolutivo y de manera muy independiente a otras, es decir, especies únicas en el planeta, y llamadas endémicas, y para el caso ,podemos citar como pez emblemático de muchos cenotes al llamado “pez ciego” o “dama blanca” (Olgibia pearsei). Algunas investigaciones consideran que cuando la península emergió del mar, ejemplares de esta especie marina quedaron atrapadas en algunas cuevas inundadas, y a lo largo de milenios y luego de un complejo proceso evolutivo, esta especie se fue adaptando paulatinamente a las nuevas condiciones que allá imperaban, es decir; al agua dulce y en muchos casos a la obscuridad. De tal forma, para muchos de estos pequeños animales (como el citado), ya no era necesario ver, perdieron los ojos y en su lugar desarrollaron órganos sensoriales que se ubican debajo de la piel de la cabeza.
Por otra parte, en los cenotes abiertos nos encontramos con especies acuáticas que dependen de la fotosíntesis de los organismos productores, en los cenotes semiabiertos y cerrados se hallan algunos animales acuáticos que se sujetan básicamente de los nutrientes que puedan llegar al cuerpo de agua del exterior, a través del viento o de los animales que allá accedan.
No es menos interesante citar que la fauna habitante de los cenotes va más allá de estos ejemplares citados, y los científicos la han dividido en bacterias, rotíferos, crustáceos y peces. En el caso de los rotíferos hasta ahora tenemos un registro de veintiún especies distribuidas en doce géneros. En el caso de los crustáceos, llámese micro crustáceos y macro crustáceos, es de los grupos más abundantes y taxonómicamente diversos, pues tenemos que hasta el presente se ha documentado la existencia que ronda el número de cien. En el caso de los peces, tenemos que hasta el momento ya se han contabilizado cuarenta especies, y lo más interesante, es que en los cenotes contamos diecisiete crustáceos endémicos y seis especies de peces endémicos. La norma oficial mexicana (NOM-059-ECOL-2001) ha citado entre las especies de crustáceos endémicos que se encuentran en este registro están considerados como amenazados el Antromysis cenotensis, Creaseriella anops, creaseria morleyi, Typhlatya mitchelli, Thphlatya pearsei, y un crustáceo endémico que se encuentra en peligro de extinción llamado Typhlatya campechae. En el caso de los peces endémicos están la Rhamidia guatemalensis con protección especial, la Ogibia pearsei (pez ciego o dama blanca) y Ophisternon infernale en peligro de extinción. Otra especie de pez considerado endémico pero no exclusivo de los cenotes que se halla amenazada es el poecilido poecilia velífera.
También, en los cenotes hay otro tipo de vida que también depende de manera directa e indirecta de sus recursos, y por citar algún ejemplo, en los cenotes abiertos podemos encontrar vertebrados como cocodrilos, iguanas, tortugas, culebras, ranas y sapos. En los semiabiertos nos encontramos con golondrinas, pájaro tho (eumomota superciliosa), y algunas especies de murciélagos. Finalmente en los cenotes cerrados tipo cavernas nos encontramos con una gran variedad de animales terrestres como alacranes, tarantulas, arañas, ácaros, grillos, escarabajos, mariposas, hormigas, mapaches culebras, sapos, zarigüeyas, algunos tipos de lagartijas y algunas especies también de murciélagos.
Los accidentes
Los cenotes, se caracterizan por tener circulación acuífera constante proveniente del manto freático derivado de las lluvias, y aunque mucho se ha hablado con respecto a que estos cuerpos de agua poseen corrientes capaces de absorber a quien se encuentre inmerso en sus aguas, en el presente sabemos que esto no corresponde a la realidad, pues el movimiento es comúnmente imperceptible, y la gente que experimenta un accidente en estas cavidades, es generalmente por falta de pericia, precaución o seguridad, pues las estadísticas nos han demostrado que la gente que se ha ahogado en un cenote es comúnmente por tres razones: por falta de entrenamiento en el nado, por exceso de confianza, o por congestión alcohólica; aunque ocasionalmente es una combinación de esos factores. Como bien se sabe, a lo largo de la historia los cenotes han cobrado la vida de un número de personas hasta ahora indeterminado, y no en balde en el año de 1822, Melchor Álvarez, mariscal de campo del ejército imperial, mandó a publicar una orden que prohibía a los dueños de las casas o quintas que tuvieran estanques o cenotes, permitir que la gente se bañe en ellos si tiene más de un metro de profundidad aproximadamente, y en caso de desobedecer la disposición, serían multados con 25 pesos que se aplicarían a las necesidades del hospital de la ciudad de Mérida.
Cabe mencionar que también hay accidentes de otra índole, como caer al espejo de agua por descuido, aunque ese tipo de sucesos es muy contado. Una cuestión importante que muchas personas no consideran al entrar a bañarse a un cenote, es que a diferencia del agua de mar que contiene gran cantidad de sales disueltas, fosfatos, caltratos, sodio, y magnesio, entre otros, y por consiguiente es más densa y ayuda a la flotabilidad, y el agua de un cenote posee una cantidad menor de sales disueltas, haciendo que la densidad del agua sea inferior y colabora menos a la flotabilidad. Los accidentes en los cenotes irán en aumento en caso de que no se implanten normas adecuadas para su debido uso, ya que cada día asisten más personas a disfrutar de sus aguas, y por ello las probabilidades fatales aumentarán día con día, solo que con la diferencia, los cuerpos de los fallecidos son rescatados en pocas horas, y eso, gracias a la capacitación y al valor con el que cuenta nuestro cuerpo de bomberos para realizar este tipo de acciones.
Un punto interesante en referencia a los accidentes, es que parte de la gente que se baña en los cenotes no va preparada para tal actividad, es decir, muchos jóvenes e incluso adultos, en ocasiones llegan a los cenotes por mera casualidad, y al ver el agua, como es lógico, se les antoja bañarse, simplemente se quitan los zapatos y camisa, y se introducen al cuerpo de agua con pantalón, y esta prenda de ropa hace más complicada la flotabilidad, aunado a que muchas veces esas personas no saben nadar correctamente. Como resultado, observamos tristemente que un día apacible se convierte en una tragedia, precisamente por el exceso de confianza e imprudencia.
Un triste ejemplo de accidentes, es lo que ocurría hasta hace algunos lustros cuando alguien se ahogaba en el cenote Zací, ubicado en la ciudad de Valladolid. El cuerpo del accidentado se hundía y no podía ser rescatado con prontitud, debido a que en esa época no había equipo, ni buzos capacitados para realizar tal labor. Los pobladores sabían que el cuerpo emergería a las 72 horas por causas naturales, y la gente se reunía alrededor del cenote para esperar ese fatídico momento; algunos alrededor del cuerpo de agua, otros hasta arriba al nivel de la calle que se encuentra a 20 metros, a la vez que los familiares permanecían cerca del espejo de agua acompañados de veladoras y rezando. Una carroza fúnebre esperaba a un costado del cenote, mientras que los buenos nadadores permanecían a la espera, atentos ante tan desolador panorama. Es así, que cuando se escuchaban las palabras: ¡Allá viene! ¡Allá viene!, los nadadores se echaban al agua, y al emerger el cadáver de forma abrupta, lo sujetaban con una soga y lo sacaban, pues si el cuerpo permanecía 10 minutos más en el agua, volvería a hundirse para siempre.
Después de haber recorrido cientos de cenotes, no fue difícil percatarnos que estas formaciones y sus contextos culturales están en grave riesgo de perderse para siempre, debido a varias razones que analizaremos a lo largo del trabajo, aunque es definitivo que la principal causa es derivada de las actividades antropogénicas,
El primer punto a citar, es el grave problema de la contaminación. Está plenamente documentado que muchos de los cenotes contienen diversos agentes contaminantes, y como ejemplo fácil de corroborar, podemos mencionar los apiarios que comúnmente se ubican en lugares próximos a los cenotes, pues en los accesos al agua es fácil observar decenas de botellas vacías de plaguicidas que en ocasiones caen al interior (los campesinos obtienen agua de los cenotes para mezclarla con los pesticidas) por descuido común, y así, parte de los residuos de ese químico son vertidos al agua.
La contaminación por pesticidas en pozos y cenotes en el estado de Yucatán ocasiona varios tipos enfermedades tal y como cáncer cutáneo, destrucción de cromosomas espermáticos, cáncer de mama u ovario, así como malformaciones congénitas e incluso mortalidad neonatal. En un estudio realizado en 20 cenotes de 11 municipios del estado, se detectaron altas concentraciones de plaguicidas en la sangre y leche materna de las mujeres que toman habitualmente agua de pozo o cenote. Entre los pesticidas que en Yucatán se utilizan para la agricultura y están prohibidos en el resto del mundo podemos mencionar el aldrin, bieldrin, edulsofano y DDT. Algunas estadísticas resultan realmente abrumadoras, pues se cita que entre 70 y 75% de los cenotes de la Península de Yucatán están habitados por bacterias provenientes del lavado de letrinas, actividades porcícolas o fosas sépticas.
Una medida inmediata de prevención a la salud, debería ser evitando el consumo de agua de pozo; práctica aún muy común en la zona rural del estado. Otras investigaciones han establecido que una de las zonas con mayor impacto de contaminación en su acuífero es la capital del estado de Yucatán, donde ya hay serios problemas debido a su consumo, por lo que no es recomendable obtener agua de pozo para ese fin. No es ajeno a este problema, es la contaminación producida por los habitantes de las comunidades donde se asientan estas cavidades, como la derivada de las labores cotidianas tales como lavar ropa, entre otros.
También los sólidos y líquidos que provienen de las fosas sépticas ya sea domésticas o industriales (llámense granjas o desarrollos turísticos, entre otros) son evidentes en muchos cenotes. Como ejemplos de cenotes sumamente contaminados en Yucatán por estos factores, están el llamado Kambul, en la comisaría de Noc-Ac; el cenote Tza Izah, en el municipio de Tecoh; y el cenote la Guadalupana, en el municipio de Homun. Con respecto a los dos primeros, las partículas de coliformes fecales superan por mucho los límites permitidos, por lo que esta situación significa un grave riesgo para la salud de los bañistas que asisten ahí todos los días. Aunado a esta situación, están las toneladas de basura depositada en el fondo de este cenote: botellas, plásticos, ventiladores de pie, llantas e incluso muebles que han sido arrojados durante años (en más de una ocasión hemos limpiado este lugar y nuevamente ha sido contaminado). Estos desperdicios no sólo ponen en grave riesgo a los visitantes sino a las mismas especies que allá habitan. En el cenote Kambul, sitio donde hasta hace una década era evidente el dominio de especies como el “pez ciego” (olgibia pearsei), ahora es muy difícil de observar, por no decir imposible. El cenote Chen Ha, en la comisaría de Dzitia, es un ejemplo de la destrucción que puede realizarse en un ecosistema tan frágil como son los cenotes, y este se deriva de una granja porcícola que se ubica a un costado. Es tan grave la situación, que hasta animales como los zopilotes y palomas perecen en el sitio, pues aunado a los agentes contaminantes derivados de dicha granja, nos encontramos con grandes cantidades de basura física tal como plásticos, botellas y metales, entre otros.
Por otro lado, debido a las características de estos cuerpos de agua, la infraestructura turística y el mismo crecimiento poblacional ha generado un impacto directo en ellos, que va desde su cimentación con pilotes, hasta su relleno total, desapareciéndolo totalmente. Aunado a ello, la contaminación derivada del desecho de aguas negras y la alteración de los niveles freáticos para la extracción de agua podría motivar la intrusión salina proveniente de la costa. Otro factor es el uso de bloqueadores, bronceadores y otras cremas que utilizan los bañistas, se acumulan en la superficie y producen problemas de oxigenación, afectando directamente a la flora y fauna que allá habita.
Una grave consecuencia de la contaminación de los vitales cuerpos de agua se refleja de manera importante en los humedales, debido a que el abastecimiento acuífero de estos sitios se da en gran medida a través de los ríos subterráneos que pasan infaliblemente por muchos cenotes. Los humedales o ciénagas, son espacios donde la materia orgánica al descomponerse, se convierte en uno de los ambientes más productivos que existen, generando gran cantidad de nutrientes que se disuelven o suspenden en el agua, y que los transporta por medio de canales hacia el mar. En Quintana Roo, desembocan en el mar Caribe, y ahí proveen de alimento a innumerables especies que conforman el arrecife de coral; el segundo más extenso de la tierra.
Los plaguicidas aplicados en la agricultura podrían aniquilar y están exterminando a muchos de los animales que tienen su hábitat en los cenotes, los humedales o ciénagas, y los arrecifes. También, las aguas residuales que producimos diariamente en casas, hoteles y tiraderos de basura, al descargarse en el medio natural, saturadas como van de nutrientes, propician la proliferación de bacterias nocivas y algas, que a su vez inducen en los cuerpos de agua un proceso llamado “eutrofización”. A la larga, este proceso puede convertir un cuerpo de agua cerrado en “tierra firme” por acumulación de materia orgánica, tal y como sucedió con el cenote conocido como Huhi, y ubicado en el centro de esa población perteneciente al estado de Yucatán. También, esta situación tiene en ocasiones influencias directas en las temidas “mareas rojas”, mismas que debida a la proliferación excesiva de algas podría matar incluso el coral de los arrecifes.
Cabe recordar que, la llamada marea roja es una contaminación de los mares que se da comúnmente de forma natural, pues es producida por diminutos seres unicelulares planctónicos llamados dinoflagelados, siempre presentes en el mar, los cuales producen una toxina que incluso puede llegar a ser mortal para el ser humano. Sin embargo, generalmente están presentes en cantidades tan pequeñas que casi nunca causan problemas. Pero cuando hacen acto de presencia en el acuífero residuos sólidos y líquidos sin el tratamiento debido, estos se transportan contaminando todo a su paso, y finalmente arriban a su descarga final; la zona costera. Por citar un ejemplo, sabemos que en Yucatán se generan aproximadamente 6 095 500 m3 anuales de aguas residuales porcinas, de las cuales el 37% no reciben tratamiento, y son dispuestas de forma inadecuada, contaminando con desechos orgánicos a las aguas subterráneas.Esta condición, aunada a las otras citadas, provoca graves problemas de “eutrofización” en las aguas, debido en parte, a que el excedente de nutrientes hace que se reproduzca de manera acelerada estos seres unicelulares, situación que acrecienta las llamadas de mareas rojas, que finalmente traen graves consecuencias a la pesca, el turismo y a la salud.
Tal y como se citó, la eutrofización es cuando las aguas se enriquecen de nutrientes, y a simple vista, esta condición puede parecer positiva, pues ingenuamente podemos pensar que si las aguas estás repletas de nutrientes, los seres vivos que allá habitan lo podrían hacer con mayor facilidad. El problema de exceso de nutrientes, las plantas y otros organismos crecen en abundancia, y más tarde, cuando estos organismos mueren, se pudren y llenan el agua de malos olores dándole un aspecto nauseabundo y disminuyendo drásticamente su calidad. Posteriormente, el proceso de putrefacción consume una gran cantidad del oxígeno disuelto y las aguas dejan de ser aptas para la mayor parte de los seres vivos. El resultado final es un ecosistema casi destruido. Las principales fuentes de eutrofización son: los vertidos urbanos que llevan detergentes y desechos orgánicos, los vertidos ganaderos y agrícolas, que aportan fertilizantes, desechos orgánicos y otros residuos ricos en fosfatos y nitratos.
Los resultados de algunas investigaciones indican que los principales agentes de contaminación al acuífero en Yucatán las constituyen las granjas de cerdos y de aves. En la costa este del estado (Dzilam-Las Bocas), si bien presenta una condición “buena”, esta zona se relaciona con las descargas de aguas subterráneas del flujo preferencial del llamado anillo de cenotes, lo que la hace también vulnerable a la eutrofización y sus efectos como las mareas rojas, y es por eso que comúnmente observamos que las temidas mareas rojas por esa región hacen su aparición, y generalmente en épocas de lluvias, pues es cuando más de estos desechos llegan al mar.
Tradicionalmente, el mayor problema lo han provocado algunos contaminantes orgánicos, pues son persistentes y se transportan a grandes distancias y producen una variedad de efectos tóxicos. Sin embargo, surgió una gran preocupación por un nuevo grupo de contaminantes, especialmente por los fármacos. Cada día se descargan al ambiente toneladas de antibióticos, hormonas, analgésicos y antiinflamatorios entre otros, que tienen efectos graves sobre los seres vivos, y en los que incluimos al ser humano. Uno de los efectos más dramáticos se experimenta sobre el sistema hormonal, pues conduce a una disminución, e inclusive la pérdida de la fertilidad, lo que amenaza la sustentabilidad de poblaciones enteras. Como un ejemplo de esta situación, y como parte de un proyecto piloto, se colocaron recolectores de muestras en cinco sitios de la Riviera Maya: dos en Puerto Aventuras, dos en Tulum y uno en un cenote de referencia 7 km tierra adentro de Tulum. Los resultados arrojaron que se encontraban concentraciones moderadamente altas de fungicidas y ligeramente menores de herbicidas en Puerto Aventuras. En Tulum, se identificaron concentraciones moderadamente altas a moderadas de fármacos tales como Ibuprofeno, Paracetamol, antibióticos, Prozac, así como cafeína, cocaína y cotinina (el metabolito principal de la nicotina). Esto demuestra la presencia de estos contaminantes por primera vez en México, y es una señal de alarma para incluir estos compuestos en los programas rutinarios de monitoreo ambiental.
También, se sabe que las fuentes generadoras de hidrocarburos que incluyen fuentes naturales, automóviles, fugas en los depósitos de gasolineras e incendios forestales, entre otros, generan compuestos que podrían filtrarse y contaminar el acuífero, representando con ello un riesgo latente para la salud humana y del mismo ecosistema, pues estudios demuestran que personas expuestas durante períodos prolongados de tiempo con mezclas que contienen Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos, pueden experimentar problemas reproductivos, inmunológicos y contraer incluso la temida enfermedad del cáncer. Cabe mencionar que estos compuestos químicos se encuentran en el petróleo y carbón.
Extinción, destrucción y saqueo.
Durante años hemos observado cómo la fauna de los cenotes y cuevas desaparece debido a factores que parecen inofensivos, como introducir especies de peces ajenas a ese hábitat, las cuales al competir por espacio y recursos depredan peces y crustáceos nativos, incluso endémicos. De la misma forma, la iluminación de las cavidades en forma constante, es algo que suele parecer complaciente e incluso hasta benéfico, pero ésta difiere de la realidad, ya que altera el ecosistema natural y motiva a que especies ajenas al hábitat, se introduzcan y depreden a los que allá habitan. Igualmente propicia que otras especies como los murciélagos sean ahuyentadas, y con ello se destierra a un importante proveedor de alimento para otros géneros, pues esos quirópteros aportan una destacada cantidad orgánica al sitio.
Pero volviendo a la estructura de los cenotes, podríamos imaginar que un turista que se interna en una cueva, ya sea seca o inundada, y decide sustraer una estalactita, posiblemente desconoce que este tipo de formaciones tardan en crecer de una a tres décimas de milímetro al año, y por consiguiente, está separando de su elemento posiblemente una pieza de miles de años de antigüedad. En otros casos, hemos documentamos que impresiones de manos realizadas desde el período prehispánico han sido pintarrajeadas por turistas, y por desgracia, el daño es irreversible. Ambos casos los podemos ejemplificar con varias grutas, como por ejemplo Santa María, en Homun Yucatán.
De la misma manera, la práctica del buceo en cenotes no está limitada a la investigación y al placer con sentido de preservación, pues lamentablemente parte de los buceadores que acceden a estas cavidades no toman conciencia del valor de las formaciones naturales ni de los artefactos depuestos en su interior, y muchas veces estos “audaces” buzos destruyen y roban parte de su historia sin considerar el daño que le causan a toda la naturaleza y sociedad.
Existen descubrimientos en los cenotes que corresponden a la colonia o al período independiente, así como pertenecientes a épocas anteriores, mismos que por desgracia fueron extraídos por los buzos pioneros en la prospección de estas caprichosas cavidades. Al respecto, quiero señalar que hasta hace poco tiempo, era ignorado por estos exploradores la importancia de dejar esos vestigios en su lugar, es decir in situ, y creían que el hallazgo les pertenecía debido a que para llegar a él tuvieron que recorrer un largo camino de preparación, inversión de recursos económicos, gran esfuerzo físico; y qué mejor pago que un importante trofeo subacuático. De hecho, la motivación de algunos buceadores por adentrarse en los cenotes fue precisamente lograr descubrir evidencia arqueológica, y gran parte de ellos lo lograron, pero tristemente no la preservaron, e incluso se perdieron debido a la corrosión de los metales, o fueron obsequiados a extranjeros. Esta acción no es justificable, pues es bien sabido que este patrimonio es de todos, y que esos artefactos forman parte de una compleja red de pistas que les ayudan a los investigadores a reconstruir nuestro pasado cultural, que va desde los primeros pobladores americanos, hasta las complicadas políticas y conflictos bélicos y culturales desarrollados en esta porción peninsular. Por desgracia, en el presente el saqueo continúa de la misma manera.
Aunado a esta situación, la limitación que han tenido las autoridades competentes para cuidar, explorar y registrar este patrimonio, así como la falta de conocimiento por parte de algunos individuos de la sociedad sobre la necesidad de preservar estas formaciones y sus contenidos hacen que el panorama sea realmente complicado. Cabe mencionar, que varios cenotes ubicados en el estado que evidentemente fueron saqueados, y para el caso, podemos mencionar grosso modo el cenote Canun, La guadalupana, Canunchen y Balmi, ubicados en Homun Yucatán, y recientemente en el estado de Quintana roo el cenote Chan hol. En el caso de las cuevas secas la situación es aún más compleja, debido a que es más fácil el acceso. Los artefactos que se roban son de diversa índole, ya sea cráneos, artefactos prehispánicos y coloniales, evidencia paleontológica, e infinidad de vestigios que allá se encuentran desde hace cientos y miles de años.
Otros casos como en el cenote Kambul, en la comisaría de Noc Ac, Yucatán, ha sido brutalmente alterado por infinidad de buzos que llegan con la intención encontrar y sacar dientes de diversos tipos de especies de tiburón, a tal grado que ya no sólo extraen pequeños trozos de piedra con cuchillos o cinceles con la intención de obtener estos vestigios paleontológicos, sino que hemos encontrado en el interior cartuchos de dinamita que utilizan estos depredadores para extraer bloques más grandes.
Sabemos que los buzos que manipulan y roban los objetos, son comúnmente personas con determinada preparación académica, y al menos en el estado de Yucatán generalmente son profesionistas, a diferencia de los saqueadores que se han identificado en otros estados de México y en Guatemala, los cuales no fueron a la escuela, no aprendieron algún oficio, y comúnmente no tenían trabajo, por lo que vieron la oportunidad de mantener a su familia en la actividad de saqueo de sitios arqueológicos. Si hacemos una comparación entre ambos tipos de personas, observamos que los saqueadores de cenotes no son gente que ve como “modus vivendi” esta actividad, por lo que creemos que en Yucatán hay mejores pronósticos para evitar este grave problema, es por ello que resulta urgente desarrollar y aplicar programas de concienciación.
Como colofón de esta problemática, el desconocimiento del reglamento que protege el patrimonio cultural, y el temor por parte de los pobladores de las comunidades donde se asientan estas cavidades, espeleólogos, buzos y asociaciones, tienen hacia algunos empleados del INAH, ha hecho que la situación llegue a ser critica, pues no se reportan los hallazgos, y artefactos de diversa índole encontrados por estos intrépidos aventureros, en ocasiones son sacados de los cenotes o son manipulados, lo que provoca que se destruya valiosa información arqueológica y paleontológica.
Las cuevas y cenotes y la economía regional
Luego de haber expuesto a grosso modo la situación actual de estos fantásticos sitios, no es difícil percatarse de sus bondades y de los riesgos a los que se enfrentan día a día. De tal forma, consideramos que es inevitable comenzar a implementar proyectos de desarrollo sustentable en las cuevas y cenotes de la península de Yucatán. Existen algunos ejemplos de comunidades mayas que han aprovechado estos recursos naturales, pero por desgracia, debido a la falta de conocimiento de los daños ecológicos que puede causar esta actividad sin su correcto aprovechamiento, muchas de estas cavidades y sus contextos culturales están siendo afectados, y en ocasiones, de manera irreversible. Sin embargo, y a pesar de las carencias con las que operan estos noveles prestadores de servicios, queremos ejemplificar los resultados que se pueden obtener de las actividades ecoturísticas basadas en estas formaciones. Para el caso, tenemos como muestra a la pequeña población de Chunkanán, ubicada en el municipio de Cuzama, Yucatán, y situada a 45 kilómetros al sureste de la ciudad de Mérida, capital estatal y principal urbe regional del sureste mexicano. De acuerdo al censo poblacional del año 2005, esta población contaba con 335 habitantes, y hasta el año 2002, la principal actividad económica de Chunkanán fue la producción e industrialización de la fibra del henequén, pues contaba con la infraestructura y maquinaria necesaria para dicho proceso, y las tierras del ejido, casi en su totalidad eran usadas para la siembra del agave. Cabe señalar que la producción henequenera constituyó la principal actividad económica en la Península de Yucatán desde finales del siglo XIX, pero ya en la década de los años 70 del siglo pasado ya se encontraba en completa decadencia. Sin embargo, la actividad henequenera en Chunkanán continuo, hasta que finalmente se vio interrumpida en el año de 2002, debido a los graves daños que produjo el impacto del huracán Isidoro, que afectó de manera directa los plantíos y desfibradora. Es así, que la actividad que por años ayudó a subsistir a la pequeña comunidad, finalmente se extinguió.
Ante tal situación, gran parte de los hombres tuvieron que emigrar en busca empleo dedicándose a actividades de albañilería, ya sea tanto en el estado de Yucatán como en el vecino estado de Quintana roo. Muchos de ellos trabajaban toda la semana y regresaban los sábados y domingos a su pueblo. Otros, simplemente se percataron que era más conveniente para su economía no regresar, y emigraron definitivamente. Los jóvenes, al concluir los estudios básicos- en caso que tuvieran esa fortuna- se ocupaban comúnmente de actividades relacionadas con la construcción, y por desgracia, al estar lejos de sus raíces y entorno familiar, adquirieron vicios, y ya nunca regresaron, o se desintegraron de sus hogares.
Pero gracias a que este poblado posee algunos cenotes que fueron testigo de las primeras expediciones de los pioneros en el espeleobuceo en Yucatán, muchos turistas aficionados al buceo asistían por recomendación de otros a bucear a estos paradisiacos sitios, y estos, eran conducidos en las plataformas o trucks que eran remolcados por caballos que transitaban sobre las antiguas rieles de decauville; las mismas que en el pasado transportaron las pesadas pacas de henequén. Paulatinamente, esta actividad fue atrayendo más turismo, pero ahora ya no a bucear, sino reconfortarse con el paseo en truck, bañarse en los cenotes y observar el increíble e inusual panorama. Cabe mencionar, que el paseo consiste en subirse a una de estas plataformas a las que se le han adaptado bancas y techo, y el turista es trasportado a tres cenotes que se encuentran separados, y a algunos kilómetros de distancia.
Al principio, solo habían tres trucks, y en el presente, esta comunidad cuenta con 65 plataformas. Gracias a esta nueva actividad, los pobladores ya no tienen la necesidad de emigrar, pues esta, les proporciona empleo tanto a los jefes de familia como a los hijos que ya están en edad de trabajar. Ha sido tal el éxito, que el vecino poblado, es decir, la cabecera municipal, ha optado por dedicarse a la misma actividad turística, y ahora, ambos compiten, pues Cuzama, cuenta con aproximadamente 100 de estos trucks.
Pero debido a la falta de planeación y correcto aprovechamiento, estas cavidades están siendo afectadas debido a que reciben sobre carga de visitantes, los cuales afectan no solo sus aguas por el indebido uso de bloqueadores, bronceadores y suciedad, afectando directamente a las especies que allá habitan, sino que también, de manera paulatina, afectan a la misma cavidad rayándola o ensuciándola o pintándola, por citar algunos ejemplos. Aunado a ello, debido las malas condiciones en las que se encuentran los caballos que tiran a los trucks, muchos de los turistas deciden no regresar por pena a verlos. Otro de los problemas que afecta al correcto engranaje de la excelencia, son las tarifas, pues en “un abrir y cerrar de ojos” los precios pueden variar entre $200 y $300 el viaje, situación a la que arguyen los servidores, que de acuerdo a la temporada y número de turistas cobran, y como agregado negativo, en ocasiones presionan al turismo en los tiempos de estancia.
Sin embargo, a pesar de estas notables deficiencias, mismas que repercuten directamente en la captación de turismo y regreso de los visitantes, el sitio continúa siendo la principal fuente de ingresos, pues además, se generan ingresos indirectos que repercuten positivamente en la misma comunidad, y eso nos habla de la excelente oportunidad de desarrollar proyectos de ese tipo en las centenas de comunidades del estado de Yucatán que poseen este tipo de cavidades, obviamente considerando ciertas variaciones.
Pero la actividad turística que afecta a los cenotes y cuevas no es exclusiva de la iniciativa privada o pequeñas cooperativas turísticas como la citada, pues algunos lugares habilitados por el INAH tal y es el caso de las grutas de Loltun y Balancanche, en Yucatán, reciben más turismo del que se debe aceptar, la iluminación no es adecuada para los sitios, y conjuntados ambos factores, se ha incrementado el impacto ambiental, pues finalmente, ha imperado la preocupación por la derrama económica, y no se ha tomado en consideración la sustentabilidad, misma que permitirá aprovechar este recurso en la posteridad.
Es así, que en gran parte de estos sitios existe un desbalance ecológico provocado en gran medida por la alta demanda que tienen estos lugares, pues por falta de un correcto diseño y adecuada administración; accede más gente que lo que la cavidad puede soportar.
Sustentabilidad de los Cenotes y Cuevas
Estas situaciones, sumadas a infinidad de irregularidades, llevarían al fracaso inevitable de estos sitios, y de los mismos desarrollos, si no se modifican las condiciones, y/o se crean nuevos paradores turísticos que posean las condiciones adecuadas para su buen uso y manejo.
Debido a la problemática citada a lo largo del trabajo y al panorama que se vislumbra, debe ser impostergable la creación y aplicación de proyectos de desarrollo sustentable en los cenotes y las cuevas de Yucatán.
Esta propuesta, parte de un concepto que permite ir más allá de un balance entre el crecimiento económico y la conservación de la naturaleza, pues la posibilidad de movilizar la creatividad cultural y la participación social, para construir estilos diversos de un desarrollo que pueda satisfacer las necesidades básicas de las poblaciones, respetando su diversidad cultural y mejorando su calidad de vida.
Es por eso, que para el correcto aprovechamiento del patrimonio cultural y natural necesitamos respetar los siguientes puntos:
1.- La sustentabilidad ambiental, misma que condiciona a que el impacto del desarrollo no destruya el ecosistema, y que a la vez contribuya con procesos de regeneración de los recursos naturales.
2.- La sustentabilidad social, que tendrá como objetivos centrales el combate de la pobreza, y la participación social en la toma de decisiones, o sea, que los ciudadanos se apropien y sean parte fundamental en el proceso del desarrollo comunitario.
3.- La sustentabilidad económica, misma que se refiere al crecimiento económico interrelacionado con la sustentabilidad ambiental y social.
En síntesis, es urgente aplicar un modelo de crecimiento económico que se promueva como mancuerna con la equidad social y la estrecha relación con el cuidado y preservación de la naturaleza, teniendo como eje principal de este desarrollo el patrimonio natural conformado por las cuevas y los cenotes.
En este punto, debe destacarse que el turismo rural y el ecoturismo, se presentan como una eficiente propuesta de desarrollo sustentable tanto de los recursos naturales, como del patrimonio cultural, ya sea arqueológico o paleontológico. Ambas categorías han sido poco aprovechadas como alternativas de ingresos a través de la generación de empleos seguros y constantes, que en primera instancia motiven la recuperación económica, y finalmente combatan de manera directa el grave problema de migración de las comunidades indígenas, en el que las personas abandonan sus hogares por falta de oportunidades de desarrollo, tal y como se planteó líneas atrás. De esta manera, se fomentaría también la revaloración y la concientización en la preservación de los recursos naturales y culturales, combatiendo de manera directa el comercio ilícito de flora, fauna, así como el mercado negro de los vestigios arqueológicos y paleontológicos poco o nada aprovechados que podrían ser un importante potencial para la creación de museos vivos, al mismo tiempo que se ayudaría al desarrollo de las entidades indígenas marginadas de Yucatán. Serían los mismos pobladores quienes se encargarían de cuidar sus cenotes, sus cuevas, sus campos y su cultura, pues al redituarles económicamente el cuidado de ese rico patrimonio, velarán por su preservación, y ellos mismos le enseñarían a sus hijos la importancia de la conservación y protección de su cultura y naturaleza, tal y como innatamente debería ser.
Estos proyectos sustentables pueden ser de variada riqueza y diversidad, pues sin duda atraería turismo de diverso tipo y nacionalidades, ya sea para bañistas, observadores de peces y de evidencia cultural y natural, o de buzos de diversas especialidades, llámese de cavernas o de cuevas. También, en los cenotes se pueden realizar museos vivos, es decir, museos subacuáticos en donde la disposición de los vestigios arqueológicos y paleontológicos se encuentran en el sitio desde hace cientos o millones de años, y no se requiere cambiarlos ni acomodarlos, simplemente exponerlos donde están, y a los que incluso bañistas con un simple visor podrían observar la evidencia arqueológica o la fauna que habita en los sitios. Obviamente esta propuesta debe ir acompañada de una estructura y manejo integral del patrimonio. El patrimonio cultural intangible tal y como la cultura y tradiciones debe ir de la mano de esta propuesta, y de hecho, es parte del modelo sustentable.
Nota final.
Tal y como se mencionó a lo largo del texto, la riqueza de los cenotes, su contexto natural y cultural, representan un potencial sin paragón, que no solo no ha sabido explotarse, sino simplemente no se ha sabido cuidar. Consideramos que la propuesta de desarrollo sustentable para los cenotes y las cuevas de Yucatán es la fórmula adecuada para su correcto aprovechamiento en el presente. Observar a estas formaciones y sus contextos con una visión global, es decir como un todo, con una integración total de sus componentes, y no como partes que lo componen, maximizaría su potencial, y contribuiría en gran medida al correcto manejo y aprovechamiento no solo de las mismas cavidades, sino del mismo entorno, y este modelo se podría repetir en las cavidades que tengan el potencial para realizar proyectos sustentables, y que se nos agoten las posibilidades.
Ya para concluir, y mientras la propuesta se consolida, es momento que hagamos a un lado la apatía, y hay pequeñas acciones que podemos aplicar en favor, tal y como no utilizar los pozos y cenotes como sumideros, no depositar especies ajenas al habitad, no arrojar basura a la vía pública y denunciar a quien lo hace, y de esa manera, seremos coparticipes de heredarles a nuestros hijos, y a las futuras generaciones este valioso regalo de la naturaleza nos obsequió.
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