Enriqueta Basilio no solo encendió el pebetero olímpico; encendió una llama de esperanza y cambio que sigue ardiendo hoy en día.
Enriqueta Basilio hizo historia al convertirse en la primera mujer en encender el pebetero olímpico durante los Juegos Olímpicos de México en 1968. Aquí te contamos su historia.
Este hito no solo marcó un momento crucial en el deporte, sino que también significó un avance significativo en la lucha por la igualdad de género, convirtiéndose en un símbolo de empoderamiento femenino.
¿Quién fue Enriqueta Basilio?
Norma Enriqueta Basilio Sotelo nació el 15 de julio de 1948 en Mexicali, Baja California. Su familia se dedicaba a la recolección de algodón en dicho estado.
Desde temprana edad, Enriqueta mostró un talento excepcional para el atletismo, un sueño que parecía inalcanzable en una época en la que las mujeres enfrentaban numerosas limitaciones en el ámbito deportivo.
En aquellos años, el mundo del deporte estaba dominado por los varones, y las mujeres tenían acceso restringido a tanto competencias como disciplinas.
Sin embargo, pese a los obstáculos, Enriqueta Basilio se destacó como atleta. En 1967, se proclamó campeona nacional en los 80 metros vallas.
Además, demostró habilidades destacadas en los 100 y 200 metros planos. Por ello, su determinación y talento la llevaron a obtener un lugar en el equipo mexicano para los Juegos Olímpicos de 1968. Durante este certamen, Basilio compitió en los 80 metros vallas, 400 metros y el relevo 4×100 metros.
Juegos Olímpicos 1968
La participación de Enriqueta Basilio en los Juegos Olímpicos de 1968 trascendió lo deportivo. El comité organizador decidió que el encendido del pebetero olímpico, una tradición que siempre había sido desempeñada por varones, debía ser realizado por una mujer.
Por ello, el 12 de octubre de 1968, Enriqueta Basilio se convirtió en la primera mujer en la historia en encender el pebetero olímpico. Vestida de blanco, con la antorcha en mano, dio una vuelta al estadio Olímpico Universitario, subió los 92 escalones y encendió el pebetero.
Este acto simbolizó no solo el comienzo de los Juegos Olímpicos, sino también un cambio en la percepción de las mujeres en el deporte y en la sociedad.
La prensa internacional cubrió el evento con gran atención. El columnista deportivo del Times, Arthur Daley, escribió lo siguiente sobre la magnitud del momento:
«Cualquiera con un oído agudo y sensible habría escuchado el sonido espectral. Podría haberse tratado de los antiguos griegos revolcándose enfurecidos en sus mausoleos ruinosos. Nunca le permitieron a una mujer acercarse a los Juegos Olímpicos. He aquí a una mujer en un papel central un par de milenios más tarde».
Legado de Enriqueta Basilio
El encendido del pebetero olímpico por parte de Enriqueta Basilio fue una afirmación del poder y el potencial de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.
La deportista mexicana que hizo historia lo expresó años más tarde:
«Creo que no solamente encendí el pebetero olímpico. Encendí el corazón de las mujeres, la lucha por la justicia, por la equidad; la lucha por la igualdad».
Un suceso similar se repitió 32 años después, durante los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, cuando la atleta australiana Cathy Freeman, una mujer aborigen, fue seleccionada para encender el pebetero.
Aunque su carrera como atleta de élite fue breve, Enriqueta Basilio continuó ligada al deporte a lo largo de su vida.
Fue miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano y desempeñó un papel importante en la promoción del deporte y la paz a través de eventos como el Recorrido del Fuego Simbólico por la Paz y el Deporte, que celebra los Juegos Olímpicos de México 1968.
También fue una de las portadoras de la antorcha olímpica en los Juegos de Atenas 2004, continuando su legado como símbolo de perseverancia y cambio social.
Basilio falleció el 26 de octubre de 2019 en Ciudad de México a la edad de 71 años. Sin embargo, su legado perdura como una inspiración para todos aquellos que luchan por la equidad.
Fuente: México Desconocido