«No hay más que una pintura: la buena o la mala.» Fernando Castro Pacheco
Por su notable vocación e incursión en el movimiento muralista, pero sobre todo por pertenecer a la Escuela Realista Mexicana, es recordado el artista plástico yucateco Fernando Castro Pacheco a casi nueve años de su fallecimiento, ocurrido el 8 de agosto de 2013.
Fernando Castro Pacheco nació el 26 de enero de 1918 en Mérida, Yucatán, en el seno de una familia humilde pero con riqueza de aptitudes, imaginación y sueños entusiastas, de acuerdo con información del portal oficial de la Secretaría de Cultura federal.
Sus primeros conocimientos los adquirió en su ciudad natal, en donde entre 1933 y 1938 realizó estudios de dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes de Mérida, dobde adquirió aprendizajes de los maestros Modesto Cayetano e Ignacio Rubio Milán.
Conforme a la misma fuente, con tan solo 15 años comenzó su carrera artística, lo que lo llevó a desempeñarse durante algunos años como instructor en la Escuela de Arte Popular.
Durante su juventud también trabajó como orientador de dibujo con niños en escuelas primarias del estado de Yucatán, lo cual le bastó para descubrir su propia vocación y preocupación por la formación artística de los seres humanos.
Debido al entusiasmo e inquietud por transmitir sus conocimientos en cuanto al arte plástico, según la página oficial del Museo “Fernando García Ponce”, en 1940 fundó la Escuela Libre de Artes Plásticas en Yucatán, en la que también asumió el papel de director.
Posteriormente se dedicó a trabajar en sus primeras litografías, grabados en madera y en decoraciones murales para escuelas primarias y jardines de niños en Mérida, menciona por su parte el Museo de Arte Carrillo Gil en su página oficial.
En 1943 decidió emprender un viaje a la Ciudad de México, durante el cual realizó dibujos y grabados para revistas y libros, y dos años depsués llevó a cabo su primera exposición internacional en San Francisco, California, año en el que también fue acreedor al Premio de Grabado por parte del Departamento del Distrito Federal.
Dos años después participó en una exhibición colectiva en La Habana, Cuba. Su labor característica lo llevó en 1961 a ser galardonado con el Premio de Pintura del Salón de la Plástica Mexicana, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Su obra conoció Europa en 1963, pues luego de ser becado por el INBA, pudo realizar estudios en países como Francia, España, Italia, Inglaterra, Bélgica y Holanda, de acuerdo a la página oficial de la Secretaría de Cultura federal.
Luego de algunos años, en 1971 el gobierno del estado de Yucatán le solicitó realizar una serie de murales en el Palacio de Gobierno, en los cuales plasmó la historia de la región, así como la dignificación de la cultura Maya.
Entre algunas de sus piezas más reconocidas, realizadas en distintas épocas y a través de distintos tratamientos del tópico humano, se encuentran “El abrazo” (1940), “El henequén” (1947) y “Naturaleza muerta” (1959).
Su trayectoria le bastó para ser reconocido en 1967 con la Medalla Yucatán del gobierno del estado; en 1972 recibió la Medalla Eligio Ancona de la Universidad Autónoma de Yucatán, así como “El Lince de Oro”, otorgado por la Universidad del Valle de México.
Además de su labor en la pintura y muralismo, Fernando Castro Pacheco también incursionó en técnicas como grabado, dibujo, escultura, acuarela, cerámica, ilustraciones para libros y diseño de escenografías para ballet, entre los que sobresalen “Guernica” y “La nube estéril”, presentados en el Palacio de Bellas Artes.
El gobierno de Yucatán otorgó en comodato al Museo “Fernando García Ponce” tres cuadros en gran formato de este artista: “Hanal Pixan”, “La Torteadora” y “Caminante del Mayab”, mientras que el Museo Nacional de Arte (Munal) concedió el tríptico “Tres etapas de la historia del pueblo de Yucatán”, el cual duró en exhibición varios años.
Fernando Castro García, quien dijera la frase “No hay más que una pintura: la buena o la mala”, tuvo una notable preocupación por lograr el verdadero sentimiento a través de sus obras, perteneció a la llamada Escuela Realista Mexicana junto con Raúl Anguiano y Alfredo Zalce.
Admirado mundialmente, falleció a los 95 años de edad en su ciudad natal Mérida, Yucatán, el 8 de agosto de 2013, no sin antes aportar un legado pictórico dentro del arte plástico en México.
Actualmente sus obras se pueden apreciar en el Palacio de Gobierno de la ciudad de Mérida. El Museo Macay cuenta también con una sala permanente que lleva su nombre, en ella encontrarás piezas clave dentro del desarollo artístico del maestro. La entrada es gratuita.