Page 29 - Revista Yucatán Noviembre 2022
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la jungla yucateca
queado por dos banderas ucranianas en lo alto.
Atrás quedaron las riñas y egos. Desde el regreso de Duff McKagan y Slash en 2016, la banda tuvo una bocanada de aire que los lle- vó de vuelta a sus años de gloria y, junto a Axl Rose, sumados al guitarrista Richard Fortus, a Dizzy Reed y Melissa Reese en los teclados, y al baterista Frank Ferrer, brindaron un es- pectáculo de primer nivel con una duración de tres horas y una potencia que no decayó en ningún momento a pesar de los calores.
Pero indudablemente, el que mayor entre- ga tuvo fue el prodigioso Slash, con una pasión increíble hasta el último segundo del concier- to... literalmente, pues al final, cuando notó que estaba a solas ya sin su guitarra, remató, ¡parándose de manos! Además, dio el que fue, para muchos, el momento más increíble de la noche: un interludio que comenzó con una
sencilla base de blues, cuya improvisación fue creciendo hasta convertirse en el más puro hard rock... era uno de los mejores exponen- tes del género rindiendo tributo a la histo- ria del mismo a través de su enorme talento.
Tras esta emocionante intervención de casi diez minutos llegó una de las joyas de la coro- na, con ese intro que hasta los más desentendi- dos del rock reconoce: Sweet Child O’ Mine, la canción más coreada de toda la noche. Por su- puesto, no podía faltar el momento de ver a Axl acompañado al piano y ello ocurrió con Nov- ember Rain, número donde al vocalista se le vio más cómodo y más conectado con el público.
Mientras llevaban el piano de regreso a su sitio, Richard, Duff y Slash tocaron una ver- sión instrumental de Blackbird de The Beat- les, para seguidamente interpretar Wichita Lineman, de Glenn Campbell, que sirvió de descanso para la poderosa recta final que se avecinaba. Seguidamente, el apasionado intro de Knockin’ On Heaven’s Door, nos desbordó de alegría y, ¿cómo no?, si este tema de Bob Dylan obtuvo un nuevo significado dentro del Use Your Illusion II y, desde entonces, es uno de los favoritos del repertorio de la banda.
Para este punto ya se percibía cerca el fi- nal, sin embargo, el grupo aún tenía algunos cartuchos reservados para cerrar con broche de oro. Después de unas brillantes ejecucio- nes de Nightrain y Coma, un silbido de Axl anunciaba la dulce Paradise, a la que el pú- blico respondió haciendo lo propio, momen- to que resultó en un conmovedor unísono.
Finalmente, el recital vio su ocaso con Don’t Cry y Paradise City, otras de las fa- voritas del público que nos hicieron soltar las últimas gotas de energía que queda- ban, siendo un explosivo cierre donde las emociones retornaron a su punto más alto.
Fue una noche mágica y legendaria para la entidad, pues si bien artistas como Luciano Pa- varotti, Plácido Domingo o Elton John también se presentaron en suelo yucateco, traían consi- go cierto aire de exclusividad a los que parecía inalcanzable asistir. El “Gran Bailazo” de Guns N’ Roses, por el contrario, reunió a más de 20 mil almas de todas las edades: desde niñas y niños en los hombros de sus padres para tener las me- jores vistas, pasando por centennials y su derro- che de juventud, millennials y generación X con sus dolores de espalda, hasta gente de la tercera edad contagiándonos de la fuerza de su espíritu.
Incuestionablemente, una noche que vi- virá en nuestros corazones para siempre.
Twitter: @FranFernandoMX
NOVIEMBRE /2022
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